Es domingo. Son las 9 de la mañana. Parece que el "evento único" del que Patsy, la dueña de la quinta, me hablaba es hoy. Me acaban de despertar con música al palo a esta hora y son sólo los preparativos de la fiesta.
Acabo de comunicarme con Patsy y sigue minimizando todo. Se hace la tonta y ahora me asegura que el 31 de diciembre termina el contrato pero no me asegura que no lo vaya a renovar. Se está cagando en mí y en todos los vecinos con los que contó cuando le hizo falta.
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